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El Siglo Abierto

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Publicada el 6 de abril de 2025 por El Siglo Abierto

Me siento, y tal vez soy, un perfecto indigente intelectual.

Es decir, que padezco penuria conceptual, de imágenes, palabras…

Cierto que no soy analfabeto si abro un blog.

 

Quizá la escasez es de propiedad, más que de medios.

Porque no soy analfabeto: cabe escribir, decir, meditar: me cabe a mí.

Tengo escasos medios para pensar, para vivir. 

 

Ahora, la escasez es como decir la poquedad.

Lo poco es cuantitativo.

Lo cuantitativo es relativo a otras cantidades: un más de cantidad, un menos.

 

Esta poquedad parece en nexo con la propiedad.

Propiedad es detención exclusiva de algo, que es lo apropiado, lo que uno se atribuye.

No me atribuyo nada. Al menos, nada que te excluya.

Luego soy (dado que es aparente que soy) sujeto sin predicados.

Sin propiedades.

 

Ahora, lo propio o lo que se predica es lo que concreta algo.

Luego soy sin concreción, si carezco de predicados o atributos.

Luego soy en lo genérico, en lo impropio.

 

La imagen de lo impropio no es lo de propiedad pública o colectiva, por la simple razón de que lo impropio no encierra propiedad.

Es más bien lo común.

Indigente, como me siento, estoy asentado en lo común.

Porque carezco de propiedades o atributos.

 

Soy.

Que soy encierra un sujeto: si no, ¿quién es que soy?

Que soy no encierra un predicado, propiedad, atributo.

Soy.

No infinitivo, sino ya subjetivado: soy, que no es ser, no soy el ente más general de todos, el más inconcreto.

 

Soy.

E indefectiblemente se plantea la cuestión del qué soy.

En otros términos: ¿qué objeto, predicado, atributo soy?

O: ¿de qué manera me reifico o me objetivo o me apropio?

 

Pero tomemos mi impropiedad o no objetividad o no reificación como punto de partida.

Soy.

 

Si la cuestión no se dirige al predicado, atributo, objeto, debe dirigirse al sujeto.

¿Quién soy?

 

Pero “soy” es lo que tú también dices.

Tú eres, luego puedes decir y servirte del decir “yo soy”, como yo lo empleo.

Soy.

 

“Soy” es así una genericidad, algo inapropiable.

Mejor: un quién inapropiable, indeterminable, inobjetivable.

Soy es algo que digo yo, que tú dices y ella lo dice o lo dice quien sea.

 

Se sigue de lo previo que “soy” es un campo genérico, común.

“Soy” es un campo al que advengo, y donde me hallo como homogéneo de ti con otros.

Homogéneos lo somos porque tenemos el mismo género: el de un “soy”.

 

Este plano homogéneo del “soy” es lo que entiendo por un “común”.

Soy, eres, es… todos somos: nos es común que somos.

 

De un común se puede retirar lo que es porción de uno, la que a uno baste.

El agua es común: tomo tanta agua como necesito, no más: no abuso.

El aire es común: y aquí es más evidente que no puedo abusar del aire, ni tampoco quedarme escaso del mismo.

 

De un común, “soy”, retiro mi porción.

Y qué divertido es, y qué bello, que mi porción no agota ni acota lo común.

Si retiro del agua o el aire cuanto me es menester: ¿padecen el agua y el aire o privo a otros de ellos? No, nunca, si es que tomo lo que necesito. Sí, dado el caso de que los cerque y me los apropie más allá de mi necesidad.

Retiro mi porción de lo que soy y, por analogía con agua y aire, no cerco, no vallo, no privo a nadie de su porción de “soy”.

 

Y, puesto que soy y tomo la porción que es mía, quedo expuesto a dos bandas.

Una es lo genérico del soy.

Otra es lo que tú tomaste.

 

Al respecto de lo genérico, puesto es que es inagotable: no cabe que la porción que retiro del soy gane en cantidad (si la cantidad, como acumulación, es jerarquía) a la del común del soy.

Al respecto de lo que tú retiras, si tomas lo que necesitas del soy, como lo tomo yo, la escala de medida es idéntica:

-Yo tomo lo que requiero del soy.

-Tú tomas lo que requieres del soy.

La escala de medida es, así, cualitativa, no de cantidad: si yo requiero más que tú o tú requieres más que yo del soy, no deja de ser, en ambos casos y sin discusión posible, exactamente lo que cada uno requiere del soy, y no cuánto requiere cada cual.

 

Por tanto no soy más ni menos que tú, ni al verrés eres tú más o menos que yo. Somos idénticos en lo genérico del soy.

No existe jerarquía entre tú y yo.

Esto me alegra…

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